lunes, 19 de octubre de 2009

Me quedé pensando en esto


Ayer estuve con Felipe. Es raro decirle así. Siempre Lo conocí por su apellido. Felipe está pololeando. lleva buen tiempo en eso, y gran parte de su tiempo lo pasa en eso. A veces lo envidio, pero no por su polola, si no por la situación.

Ayer hablabamos de lo típico, lo de siempre. Sobre el otro Felipe, amigo en común que se fue a probar suerte a Nueva Zelanda. Hablamos sobre andar en bicicleta a la playa. Hablamos sobre vacacionar en Cucao. Felipe es especial. Me hace sentir que la vida debería vivirla más como él. Ha tenido problemas brígidos, aún así, no se ha preocupado y se gasta la plata en tonteras. Tonteras que no lo son tanto si empiezas a pensar en la vida como una oportunidad irrepetible.

No sé porque me junto con él nunca fuimos tan cercanos. Quizás el me da esa visión que falta en mí. Me gusta escucharlo. Siempre sale con historias que nunca me imaginaría vivir. Felipe genera en mi un sentimiento de cariño. Es alguien que ha vivido, pero lo veo cuando habla como si fuese tan sólo un niño. A veces confieso que sus conversaciones me hacen sentir que mi vida dista mucho de llamarse así. A veces tengo miedo de juntarme con él, porque la hora de regreso siempre está cargada de frustraciones.

Felipe no es mi mejor amigo, ni siquiera nos vemos casi. Pero es un perro callejero más. Con sus cicatrices, y su fiel compañía. Ahí está. Felipe es incondicional, seas muy fome o muy funao, Felipe siempre tiene esa actitud de que ni el ambiente, ni la gente a su alrededor, ni el clima lo afectan en su cometido de crear compañía.

Gracias Felipe. esto es quizás el primer agradecimiento escrito que hago a alguien, y que me nace del corazón. Sin si quiera estar cerca de nuestras muertes (quizás si, quién sabe eralmente) sin valorar cuando ya esta perdido.

debo aprender de este hombre.

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