lunes, 19 de octubre de 2009

La maldición y el gitano

gitano

La atractiva presencia

Su andar descuidado

Algo tenía ese hombre,

un aire gitano

Galopaba en sus ojos

se leía en sus manos

Un aroma de bosque

un puñal de villano

Que querría el gitano

de mi simple figura

adivinó mi pasado

sabe de mi locura

Se me acerca silbando

el puñal en la mano

en su lengua el gitano

algo va recitando.

Clava suave en mi palma

el filo oxidado

y luego corta la suya

mientras prende un cigarro

“La luna me dijo un día”

dijo fumando el gitano

“Que la muerte me seguiría

escondida entre los guijarros”

“Que no habría perro que le aúlle

ni gato en techo lejano

que yo no tendría descanso

hasta enseñar a un gitano”

Tomó entonces mi mano

juntó su palma y la mía

y sentí arder la sangre

y un acordeón que latía

Caballos de agua en los ojos

águilas de humo en su cigarro

“el sortilegio tá echio” cantaba

“Ya somos dos los gitanos”

Mi sombra se mezcla y huele

en los carnavales a los aldeanos

buscando a uno que sea digno

de cargar con este regalo

La sangre caliente chilla,

cuando anda cerca un hermano

La luna me dice entonces

que lo encuentre y lo haga gitano

Volantín

volantin

Tiras y das

del hilo que te une a mi cuerpo

de volantín sencillo

de niño de pueblo.

Este esqueleto de varilla y cola fría

Tiembla/cruje/tirita

al darme y quitarme tus sonrisas.

Tu estrategia es lograr en este devaneo

demostrar tu habilidad con las cometas

mientras mi estrategia consiste

en elevarme, volar, tocar el cielo

y no romperme en el intento

Como de nueve años



tenía nueve me acuerdo bien de aquella vez
y muchas veces antes
y muchas otras después.
Primer síntoma, no poder enfrentar a la cara
las palabras dichas
las palabra a mi regaladas.
las manos sudan,
la voz se quiebra
en los ojos niebla
en la mende dudas
se me tira el tiempo encima
con abrigo me sofoca y me estira
haciendo de cada momento una muerte
lenta y silenciosa.
Me declaro un afectado por aquellas mujeres que de pronto vienen y se asoman
por mi pequeña ventanita hacia la vida y sonríen un momento, y aún más se atreven todavía
a pedirme que hile yo….y hago la aclaración porque yo soy aquí el problema en cuestión, me piden que hile una frase de mas de tres palabras frente a su presencia, que actúe como si nada hubiese pasado, como si fuese tan normal llegar y encontrarse con ellas. y te saludan, y no hacen nada complicado, pero uno se enreda… y que manera de enredarse. se tropieza balbucea, es como si de pronto te olvidas que sabes hablar, opinar, moverte… O sea tratar de ser sexy, galán, jote, engrupidor, o conquistarlas…. ni cagando. con suerte digo hola.

Es un gran indicador de cuando alguien realmente te mueve el piso, y un pésimo síntoma de que no tienes el control

que feliz se siente uno al percibir tal magia y que estúpido a la vez al no poder mostrar la tuya

Aquí estoy llegando a los 30 y una vez más, me siento como si aquella mujer fuese la primera.

Déjame decirte algo



quería unas hebras de tu pelo
y entramar así una tela con las mías
tu y yo
tu y yo
tu y yo

que mis ojos giraran a la inversa de los tuyos
y en aquellos ciclos de miradas descubrirte algo agitada

quería tanto tenerte cerca que tu olor ya fuese el mío
y no hubiese así nada , ni mi mala memoria, que me hiciese perder el recuerdo de tu perfume.

Quería cantar y hacerte dormir con ello, cantar y hacerte reír, cantar y que te mordieras los labios y te temblaran las piernas

ya había escrito tu nombre una que otra vez,
lo había murmurado
suspirado.

Creo que las historias que imagino suelen ser más mágicas que las que me suceden.
y si bien no hay villanos ni héroes aquí…
tampoco hay final feliz…
o quizás si…nada de esto ha terminado

El cóndor

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Como notará, mientras le hablo, no poseo elemento físico alguno, que provoque rubor a las damas. Alejado de la bondadosa mano de mi creador, me he visto obligado en contra de mi voluntad, a ejercer el don de la palabra, la artimaña del regateo, la estrategia del agotamiento, para lograr intimar más allá de la caricia, del piropo, con las féminas que me apetecen. Mi campaña es dudosa, pero no ilegal, aborrecida por algunos, calificada de morbosa por otros, condenada incluso por los más cercanos a mi persona. Pero la vida me da la razón cuando declaro que no se puede pestañear si uno quiere dormir calentito.

Por eso me siento como un depredador al acecho, un cóndor alerta, aunque algunos me rebajen al grado de buitre, carroñero. Los dejo llenarse la boca, con mi pulido nombre, para que a ver si de una vez por todas empiezan a pronunciarlo mejor.

Es cierto que he cortejado a las mujeres en velorios, salas de urgencias y accidentes de tránsito. A víctimas de asalto, violación, les he dado mis dos hombros para llorar. Mi asiento en la micro no lo regalo a cualquiera. En las filas de la farmacia saco más de un número por si acaso. Uno debe saber encontrar el momento, en que aparezca la mujer necesitada de mi cariño, aquella que vea más allá del arrugado traje que me han dado para vestir la vida. Uno debe saber reconocerla y desarmarla con elogios, tomarse todas las molestias, dedicarles el tiempo que uno no tiene.

Me reprochan y me apuntan con el dedo, porque siempre voy perfumado a todos lados, bien vestido bien peinado. Me sentencian porque saben en el fondo, que consigo lo que quiero, y que mi fórmula por fría que parezca, funciona y me entrego a mi tarea como muchos no han sabido hacerlo en su vida, con su dama, durante años.

Soy así, busco, encuentro, ataco. Las dudas no existen en mi código de conducta. Siempre será de respuesta un sí. Es mi don, y lo uso, así como usted usa su gracia, su porte gentil, y su perfil noblesco, con la misma infamia con la que me acusan de huesero .

Amor de otro planeta

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La conocí gracias a internet, ya me parecía extraña al leerla. Creía en la vida inteligente en Marte, al igual que yo. Hacía planes sobre qué hacer una vez que se fuese a vivir al planeta rojo, mientras que yo ya tenía la lista hecha con las cosas que debía llevar. Lunes y Viernes iba a clases de telepatía, yo los martes y Jueves. Descubrió mis intenciones antes que yo las de ella (su poder para leer la mente era mucho más avanzado). Decidió que yo podría ser su pareja en aquel viaje a marte, y yo decidí entonces que a nuestro segundo hijo le pondríamos Ray en honor al autor de las crónicas marcianas. El amor iba tan bien entre nosotros que después de unos meses compartiendo sueños decidimos vernos en persona. Su belleza no fue lo que me impresionó, sino su avanzado embarazo. Me dijo que lo habíamos hecho telepáticamente, que seríamos padres, y yo que ni siquiera le había rozado la piel, ahora tendría que pensar en pañales que soportaran la ingravidad del espacio.

Obviamente leyó aquél pensamiento de mi mente y como un globo su panza se desinfló. Me dijo que yo había sido el culpable, y que me olvidara de nuestro segundo hijo, y yo que ni siquiera alcancé a besarla, pensaba en la tediosa tarea de desembalar mi ropa guardada en cajas con rótulos que decían “RUMBO A MARTE”

y por eso doctor que estoy aquí. Quiero saber si con este preservativo que llevo puesto en la cabeza me podré salvar de tener hijos por telepatía y al mismo tiempo evitar que me lean la mente.

¿O necesito uno extra resistente?

Mi Biopsia

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No estoy volao, lo que no indica que no fume, aunque no fumo cigarro. Mi madre es dispersa, y no sé si sea genética pero yo también. Una ex polola me dijo que tenía cara de perro volao, y de ahí empezaron los pseudónimos hasta llegar a Quiltro. Puede ser que por culpa del shampoo que me pone los ojos rojos es que tengo cara de volao, porque no fumo tan seguido como para ya tener la cara de rigor. Pero ahora no estoy volao, sólo estoy descargando las ideas sobre este papel virtual. Porque o sino tendría que botar recuerdos importantes para hacer espacio. Aquí y en el metro en hora pic, no cabe nada más.
Tengo algunos problemas, ninguno grave, y ninguno secreto como para no contarlo, pero en la condición de hombre a veces no encuentro una buena oreja y por eso a veces mejor escribo. Trato de no escribir cuando tengo rabia porque hablo con garabatos y desde la guata. Prefiero hablar de la cabeza, aunque sea todo medio enredado, lo encuentro mejor y más entretenido. No estoy censurando aquí, sino tratando de hilar acontecimientos, frases del pasado, hechos del presente, y dudas del futuro.
Mi mamá me decía que los tontos se aburrían. Y eso me llevó a ser ultra creativo desde chico. Pero tampoco me he considerado inteligente, menos genio, sólo tengo una gran imaginación que prende con la más mínima chispa. Así que confieso (sin que mi mamá se entere) que me aburro derrepente. Nunca de los detalles, a veces me aburro de la gente. Es una pena en realidad, porque valoro a la gente mucho. Pero me aburren a veces cuando están a mi lado. No son ellas lo sé. No entiendo porque antes me parecían mas entretenidas, ahora en cambio, me gusta conocerlas y ver como se despiden, quizás de un beso, quizas de un abrazo o lo más comun de la mano.
Mi padre nunca dijo nada importante por eso no lo cito, pero mi madre me ha dado buenos consejos aunque cree en un montón de cosas incongruentes entre sí. Mezcla entonces los fantasmas, con los ángeles, el espíritu, la meditación, y lo que venga de la conciencia. Tan buena persona que salió que llega a ser pava y bueno yo soy su fiel retrato. un pavo real que vendría siendo lo mismo que un real pavo.
Quiero hablar de las mujeres, pero últimamente sólo he logrado sacar de conclusión que me encantan, pero algo me pasa que me aburren. Nada tienen ellas que ver , creo que ya lo dije, a veces tienen lo que yo siempre he querido destacar sobre ellas. Las pecas, los gustos, pero no sé. Siento que se me congela el corazón
De mi padre heredé los ojos, que me han ayudado bastante. Los dientes chuecos también los heredé de él, dicen que el mal genio además, lo cabro chico, y la voz. Las ganas para bailar (lo que no significa que lo haga bien, aunque depronto me lo dicen) ha sido de ambos pues se conocieron en el bafona. La calvicie próxima de mi abuelo. Y lo musical de mis tíos. La infidelidad dicen que también se hereda, pero nadie me daría crédito de aquello.
Quizás que tenga un padre ausente y que su reemplazo haya resultado peor para expresar sentimientos, me ha hecho un mal, que no puedo curar.
Sé que no quiero llegar a viejo y usar pañales de nuevo. o que no me entiendan al hablar. Me gustaba la idea de tener un hijo, pero apenas yo entiendo como vivir en este mundo y mantener la sonrisa, no se ya si pueda entonces con esa responsabilidad.
En mi vida me he parecido tanto a Peter pan como ahora. Soy la copia chilena de Benjamin Button, me relaja ponerme perros para la ropa en las mejillas y en las cejas, y cuando estoy volao la bicicleta nunca me lleva a casa. Me siento millonario en detalles, y pobre en espectativas. He fantaseado en más de una forma de suicidarme, pero no creo que lo haga todavía, quizás cuando se me caigan los dientes.
Me han regalado flores, mi perro ha llorado conmigo, han escrito hermosas cosas sobre mí, y también he hecho daño. A veces me encuentro atractivo y me gusto, otras ni mirarme al espejo puedo. Como todos trato de ponerme esta mochila de la vida y llevarla a cuestas, y trato siempre frente al resto de no mostrar todo lo que me pasa. Por eso mi lado B es este, el de M.A.C.H.O.T.E. mientras que mi lado A siempre ha sido de payaso, cabro chico bueno para reír, florerito si se me da la oportunidad y sin palabras profundas.
Digo muy poco, usando muchas palabras, creo en eso de dejar pedacitos de mí en la gente, porque sé que así cuando me vaya de este mundo, en realidad no lo haré del todo.
Trato de que la gente no se sienta mal y doy re buenos consejos, siempre es fácil ver las cosas de afuera. Creo en ser valiente, aunque he sido a veces más cobarde que cualquiera. Me enamoro con facilidad y con la misma facilidad me aburro a veces. Me siento a veces como un gato y su madeja de lana, o como luciérnaga que se apaga en cuanto la tomas, pero te invita a seguirla. Como un perro en el cruce esperando un dueño. como hoja en el parque contando el tiempo que me queda para ponerme amarillo.
Aún así, no me siento mal, y todavía saco sonrisas de mí mismo. Quiero seguir aprendiendo cosas, y quiero tener cerca a mi familia y a mis amigos.
creo siempre que existe lo bueno
y sigo teniendo alma
de payasito chileno.

Poema de invierno



Te confieso dulce niña
que quisiera ser lluvia y de lo alto observarte
Tarde o temprano tendría que caer
pues mi caída sobre ti es inevitable

Me gustaría ser lluvia y como tal
caerte de a momentos discontinuos
De a gotas grandesque te obliguen a cerrar
Esos ojos que confunden mi destino

Caerte como rocío que te bese
caerte una, dos….mil veces
y que tus manos me enseñasen el camino
para encontrar respuesta a la pregunta
que toda lluvia lleva en sus adentros:

Cuando yo llueva… ¿Cómo me irás a recibir?
¿ Sonriendo? ¿A brazos abiertos?
¿O refugiándote de mí?

Que lluvia más feliz y tormentosa
sería yo si algún día supiera
que mi mojada y fría presencia
algún escalofrío te diera.

Y no me lluevo de pena dulce niña,
mi deseo de ser lluvia es tan sólo eso
Llegar a ser un aguacero tan intenso
Que no habrá paraguas que te salve de mis besos

Cóver (sin azúcar) De Neruda

No me gustas cuando escribes
porque estás como triste
y tus versos me galopan
y tu prosa me aplasta

No me gustas porque hago míos tus dolores
los sumo y los elevo al cuadrado
me convierto en experto inversionista

Te prefiero tonta endorfinizada
sin mal de amor sin penas de la cuchara
porque asi suenas feliz y a nadie le duele
porque así pareciese que a nadie le pasa
lo que a mi me pasa
lo que a todos nos pasa
y que lo vertimos en tinta

No me gusta cuando callas
porque en msn te pones ausente
y en flickr caen de tus manos las palabras
tecleadas como lianas al infierno
o al pozo de nuestras almas blancas
marchitadas…

Si escribes bien, es porque efectivamente lo pasas mal…

Esa es la palabra

Muero. Nazco y muero todos los días. Varias veces durante la tarde, y una que otra durante la mañana, si es que estoy despierto. Y por las noches, mejor ni hablar de mis muertes nocturnas. Hace años que estoy conciente de esto, pero no lo había pronunciado como se debía. Me enciendo y me apago. Me cargo y me descargo. Soy una pila humana y siento la energía de la vida llenarme y casi reventarme de entusiasmo, para luego contemplar mi propia decadencia.

Muero por el poder escondido tras las cosas simples. Cuando descubro la magia, la emoción es tal que mi sistema se supera, y muero. Luego se recupera e inicio el proceso de revivir y continuar el día. Una vez morí al ver que a Felipe se le puso una mariposa en la nariz. Morí cuando Mónica Vincent me dio un beso en la frente y me dijo “porque somos amigos”. Morí cuando mi perro al verme llorar, aulló conmigo. Después de cada muerte viene mi revivir, que se toma su tiempo, dependiendo de la cantidad de magia liberada por la situación. Uno puede morir feliz, y revivir conservando esa energía, o morir triste y al recobrar la vida, saborear todavía la angustia.

Obvio que tengo miedo. La muerte siempre asusta, aunque se viva con ella todos los días. Se esconde tras de mí, esperando que descubra la magia y justo en ese entonces viene y con su mano helada me apreta el tobillo mientras imita a un ladrido. Me pongo blanco de susto y ahí muero.

Morir no se controla. Yo simplemente descubrí que podía volver a vivir una y otra vez. Pero nunca he podido dominarlo, simplemente cuando estoy muriendo, espero en el silencio que se origina, esa luz tibiecita que se siente, como cuando naces. Entonces como si me sacudiesen, siento el aire entrar al cuerpo, y me recobro impresionado.

Hoy fue uno de esos días. Esos en que piensas que morirás, pero no sentirás la luz tibia que te regresa a lo habitual. Conversé con ella, como siempre con gusto y sin tramar. Pero bastó notarla triste y me vi envuelto en marejadas de impulsos. “cuenta conmigo” le dije. Qué tonto pensé, quedaré en evidencia… Evidencia de qué. Entonces me di cuenta que yo mismo me había escondido uno que otro secreto y cuando los abrí, ella justo me decía…. “Siento que aquí hay magia”…

La muerte entonces con su peor máscara me grito detrás en la oreja y vi como mientras seguíamos la conversación, la situación se volvía confusa, borrosa, en silencio…

A lo lejos veo la lucecita tibia que me llama a la vida. “Siento que aquí hay magia” Dijo… y mientras me recupero pienso si ella muere como yo, al descubrir lo mágico escondido tras las cosas simples.

Enloquecí de Amor


Trato siempre de forzar mi memoria. Retroceder a mi primer recuerdo. Guardo frescos esos momentos, más si me preguntan sobre este jueves, ni idea. Mi cabeza funciona así. Memoria selectiva, siempre recordando lo añejo y eliminando los archivos actuales. Por decirlo de alguna manera, tengo el disco lleno y conservo documentos por importancia, no por fecha de creación.

Puedo describir la primera vez que tuve conciencia, que fue a los 3 años aproximadamente. O cuando me subí a un juego en mi jardín infantil y al ver el edificio que se encontraba a dos cuadras, me prometí conocer todo lo que hasta ese lugar existía y más allá. Cuando lo recuerdo me da gusto. No por sentirme especial (me carga esa palabra) sino por decirlo mejor… distinto.

A su vez, fui precoz en aquello del amor. No me considero un galán puesto que hasta el día de hoy me cuesta comunicarme con las mujeres sin sentir que estoy joteándomelas. Pero si recuerdo pasajes de mi vida donde sin tener 10 años cumplidos, ya había besado a más de una, escondido tras las plantas, en el armario de su mamá (esa si que es una historia erótica) o en algún juego de niños. Besos inofensivos, pero con tanta energía que supe en seguida que sería aquello mi combustible. Y comencé a buscarlo de temprana edad. Había algo en el sexo opuesto, que me llamaba la atención. Las mariposas en la guata parecían haber instalado toda una colonia, con terrazas y parques de diversiones.

Me vi envuelto en el pegajoso manto del amor, dejando de lado los deportes, por una tarde suspirando en la ventana de mi “amada”.

No siempre era correspondido, más de una vez me quise tirar del cuarto piso, o cuando respondían mi interés nunca supe bien que hacer. Testigo fue mi primera polola a los 10 que recibió mis cartas de amor, pero nunca un beso en la boca.

De ahí hasta ahora, sólo he aprendido a besar, dentro del rango aprobado (es decir no se han quejado) y a ser amigable. Pero las mujeres siguen siendo un tema, un gran tema.

No tengo estrategia, o quizás es demasiado pasiva como para llamarla así. No es producto de la arrogancia ni de ser canchero, sino más bien de ser un poco tímido, y de sentirme incómodo al abordar a una chica. Será que me carga esa actitud de plantarse porque sí a conversar, o quizás dejo demasiada responsabilidad en la otra persona. No soy simpático de primera, pero si me hablan prometo hacer mi esfuerzo máximo por ser encantador.

Y saqué una conclusión, mientras escribía esto. Cuando descubro que las intenciones del otro son las correctas para mí, paso de ser el tímido, a ser el jugado y nunca antes. Quizás el juicio que haga es muy subjetivo, y me equivocaré mil veces, pero así funciona para mí. Y no me ha ido bien muy seguido, pero una vez puedo decir que todo salió perfecto.

Iba en el primer año de mi carrera. Mi instituto quedaba a una hora en micro desde mi casa. Había sólo una línea que hacía el recorrido hasta dicho lugar. La 638. Era de verdad una lucha diaria poder llegar a las clases. La micro estaba siempre llena de donde la tomases y todos se bajaban al terminar el recorrido en San Carlos de Apoquindo. Veías a la gente estudiando, llevando maquetas, saludando a sus compañeros y toda la vida social partía ahí y continuaba durante aquella hora interminable. En ese tiempo yo no escuchaba música en la calle, simplemente porque los mp3 no existían, Internet era algo inalcanzable para mí y no tenia ni personal ni menos walkman. Por ende la entretención era quedarse dormido parado o mirar a la gente.

No se bien cuanto tiempo pasó antes de fijarme en ella. Habían pasado unos meses ya. Nos habían mechoneado, habíamos tenido nuestra fiesta de bienvenida, pero nunca había visto su cara antes. Así que cuando me la tope en la micro, la miré y creo haberlo hecho con la boca abierta. Me devolvió la mirada desafiante, y traté de retener la mirada, pero no sé porque no pude. Esa sensación helada que te recorre el cuerpo me hizo girar la vista con un escalofrío. Volví a mirarla y ella volvió también a hacerlo. Volví a voltearme y sonreí. Eso para mi bastó. Los cinco segundos que siguieron, yo ya me había casado con ella y tenido dos hijos, un niño y una niña, para que decirles las interminables veces que habíamos ido al cine, tomado helado, caminado en la playa y tocado las puntas de nuestras narices. Mi futuro en cinco segundos ya estaba claro. Sólo tenía que llegar a ella, y contarle mis planes, convencerla con la idea.

A estas alturas de lo que he escrito veo que llevo mucha introducción y poca acción. Trato de ir al grano pero me cuesta tanto que debí hacer esta pausa para pedir disculpas por mi extensión.

Como ya explique antes, hablar sin una razón con ella, me era imposible, o sea posibilidad cero, nula, no existente.

La probabilidad de que la viese de nuevo, era tan poca, que necesitaba hacer algo al respecto.

En las películas el loquito inventa siempre algo ingenioso para llegar a la persona/objeto del deseo en cuestión. Obvio que yo no hice nada, el destino se encargó de ayudarme.

Luego de topármela por casi una semana en la micro, repetir el ritual de las miradas, Comencé a descubrir datos importantes:

Primero: Estudiaba en el mismo instituto. Imaginen mi felicidad al verla bajarse de la micro junto conmigo ( y con 40 otros personajes más).

Segundo, estudiaba lo mismo que yo (la felicidad ya se me escapaba por los poros) Tercero, tenía una clase conmigo mi esfínter requería atención a este punto).

Si quieren tener una buena descripción de mí cuando la vi entrar a la sala, deben tomar un cuchillo y hacerse un corte en la comisura de los labios. Luego partir un limón y comérselo, sin sal ni azúcar.

Ante tanta casualidad decidí que me tocaba ser un poco valiente. Así que me decidí a pensar en una estrategia. Lo primero fue saber su nombre, El profesor me ayudó, cuando lo mencionó al pasar lista. Lo segundo (quizás un poco freak, pero juro que era con buenas intenciones) En la lista del pase escolar, salía la dirección de su casa, que increíblemente quedaba a tan sólo 9 cuadras de la mía. Gustavo Adolfo Bécquer estaría corriendo desnudo por el paseo ahumada a esas alturas de la casualidad.

Nunca supe bien lo que ella me hacía sentir. Tan sólo pensar en pasar por fuera de su casa, me hacía suspirar, alucinar, idear conversaciones. Pero no estaba capacitado para un cara a cara. Siempre yo tan cobarde, asumí el no tan valiente acto de enviarle cartas.

Tiene tanto de romántico, como de desesperado. Yo era la misma prisión de mis anhelos. Quería conocerla, gustarle, besarla, tomarla de la mano y ver cambiar su piel con los años, seguir el ciclo de sus ojos, abrir cerrarse y abrir. Pero no era capaz si quiera ya de verla.

Perdí la cuenta de cuantas cartas, sólo sé que mas de diez. Una por semana, siempre de noche en bicicleta, y nunca el mismo día. Primero de una plana siempre disculpándome por lo invasor de la situación. Luego a medida que tomaba confianza me di el lujo de enviarle un casette con la música que me gustaba.

Le escribí todo lo que me inspiraba ella a escribir. Cité a lo poetas que me hacían delirar. Me inventé un nombre y a ella también. El tiempo parecía eterno y la energía que me recorría, me llenaba de vida.

Pero nada dura para siempre. Faltaban respuestas, el amor nunca ha sido de a uno. Yo no sabía que le pasaba con mis cartas.

Mi felicidad empezó a esfumarse y convertirse en ansiedad. Debía ser valiente. Tenía que correr a ella con el papel en la mano que tenía mi nombre inventado y decírle, “Yo soy” tal como se lo prometí en mas de una carta.

En la escalera del instituto, esperando la hora de verla partir, Una vez más pasó por delante de mí y siguió su camino. Me levanté con temblor en las piernas y el papel en la mano. Me topé con un amigo (Chapa) y le dije lo que quería hacer. El corazón se me iba esguinzar (si es que eso pudiese ser). Mis manos sudaban helado y tartamudeaba.

Entonces mi querido amigo Chapa me recitó el texto que me daría la fuerza que faltaba:

No debo tener miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que lleva a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Dejaré que pase sobre mí y a través de mi. Y cuando haya pasado, allí donde había miedo ya no habrá nada, sólo estaré yo.

Sonreí a Chapa y subí corriendo las escaleras, La alcancé antes de tomar la micro. Le entregué el papel como lo había prometido. Cincuenta centímetros teníamos de distancia. Nunca había estado tan cerca, como para ver sus preciosos ojos brillar con la noticia y una sonrisa vino, seguida de un abrazo. Yo no pude decir nada. Apenas me acordaba quien era yo, y que hacía ahí jugando a ser valiente.

La acompañé a su casa y en la puerta me besó. Después ya no me acuerdo, ni me interesa. Sólo se que no resultó, estábamos en distintas situaciones del amor. Pero esos fueron los días en que todo para mí era simplemente perfecto.

Nastizol



las redondez más pequeña, como astronauta a la deriva, entró silenciosamente a esa ya conocida caverna aperlada, mía, llamada boca. Entonces el viaje que ninguno de nosotros conoce, se realizó una vez más a escondidas.
Media hora después, la guerra había cesado, el pálido emisario llegó a destino con el mensaje. Primero cortaron el agua que caía en cascadas desde mi nariz. Luego salieron todos a celebrar, la llegada de la paz. Se sentaron en mi estómago y comenzar a fumar y a beber. No se preocuparon de la hora, ni que todos debían seguir trabajando. Había que festejar, comenzaba la primavera y el primero de muchos mensajeros había llegado para anunciarla, y traer alivio, tanto a los ojos hinchados, como a la garganta irritable.

Es por eso amor que por más que trato de levantarme y darte un beso….no lo he logrado. Para ti tan sólo es un pastilla, pero para mi cuerpo, hoy es feriado.

Visión de polilla en la micro



Estaba tan loca niña, que no esperó a que abrieran las puertas y se metió como pudo, por la ventana semiabierta. Nada le dijo el chofer, ni le cobró pasaje. A lo mejor debe de ser de por aquí cerca y no debe ser la primera vez. Pero a mí me asustó y a más de un pasajero le llamó la atención. Si la hubieses visto niña, con su falda apolillada y su chaleco tieso y lleno de polvo. Una cara de crisis de pánico. Corrió por el pasillo hasta el fondo y luego se devolvió hasta el cobrador no-humano. Se asomaba por las ventanas y se golpeaba la espalda con ellas. En un asiento vacío se subió y comenzó a tocar las luces fluorescentes. Me tenía que bajar en el otro paradero y esta vieja con su show, nos tenía como prisioneros de su espectáculo. En la ridiculez del momento incluso pensé en acercarme, pero vaya usted a comprender a una vieja neurótica en una noche casi primaveral, dentro de una micro, que se tragaba el camino a unas 70 miradas por hora (70 m/h). El semáforo antes de mi bajada me miró agresivamente rojo. Tuve que sacarme esa rigidez natural que se instala en mi cuerpo cuando tengo miedo, y volar despavorida desde el techo hacia el pilar más cerca de la puerta de bajada. Cuando un pasajero me trató de aplastar, al esquivarlo, apretó de casualidad el botón que indicaba una parada solicitada. El mounstro infernal lleno de hombres zombies, se detuvo, abrió sus fauces y sali invencible, dejando atrás a la señora loca y a esa fauna tan extraña de seres inanimados. Niña nunca más. por mucha luz que tenga una micro, no es lugar para una polilla. Me conformó con vivir de este farol roto, donde nadie viene, y de donde nadie va.

Palabras nuevas


En los labios de ella, tan expertos al besar, se atrincheraban las palabras más complejas.
En los labios de él, tan dispuestos a explorar, se refugiaban las palabras más simples.
Quién diría que ambas partes se enfrentarían a muerte algún día.
No hubieron palabras sabias en el campo de batalla, porque ya adivinaban que peleas de palabras sólo hacen daño a quienes las escuchan.
Las palabras complejas armadas con tecnología de punta esperaban con cautela el movimiento enemigo.
Las palabras simples, armadas con palos y piedras, decidieron romper el silencio entre los labios de ellos…
Las palabras simples te llegan más fácil

pero las complejas hieren más cuando las entiendes.

Si ellos hubiesen elegido un beso en vez de una guerra
las dos palabras más tiernas serían pronunciadas por un tercero:
papá….mamá

Control Zeta (UNDO)


Si pudiese…..
¿Hasta dónde apretaría aquella mágico/misteriosa combinación?
cuesta tanto caminar de frente cuando uno vive con la cabeza hacia atrás.
Si existiese un “deshacer como opción, hasta que punto desharía mis errores, hasta que punto evitaría las penas.
A veces este barco naufraga en un mar oscuro….
aguas enlodadas atascan mi nave
tan simples, pero tan mortales
las aguas que pareciesen no molestar a los tranquilos navegantes,
hacen que mi naufragio se vea como una exageración mal actuada.
este barco lleva sin embargo, mas agua dentro que tripulación , o tesoros, o esperanzas

Des hacer
Des orientar
Des prender
Des pedir

Me quedé pensando en esto


Ayer estuve con Felipe. Es raro decirle así. Siempre Lo conocí por su apellido. Felipe está pololeando. lleva buen tiempo en eso, y gran parte de su tiempo lo pasa en eso. A veces lo envidio, pero no por su polola, si no por la situación.

Ayer hablabamos de lo típico, lo de siempre. Sobre el otro Felipe, amigo en común que se fue a probar suerte a Nueva Zelanda. Hablamos sobre andar en bicicleta a la playa. Hablamos sobre vacacionar en Cucao. Felipe es especial. Me hace sentir que la vida debería vivirla más como él. Ha tenido problemas brígidos, aún así, no se ha preocupado y se gasta la plata en tonteras. Tonteras que no lo son tanto si empiezas a pensar en la vida como una oportunidad irrepetible.

No sé porque me junto con él nunca fuimos tan cercanos. Quizás el me da esa visión que falta en mí. Me gusta escucharlo. Siempre sale con historias que nunca me imaginaría vivir. Felipe genera en mi un sentimiento de cariño. Es alguien que ha vivido, pero lo veo cuando habla como si fuese tan sólo un niño. A veces confieso que sus conversaciones me hacen sentir que mi vida dista mucho de llamarse así. A veces tengo miedo de juntarme con él, porque la hora de regreso siempre está cargada de frustraciones.

Felipe no es mi mejor amigo, ni siquiera nos vemos casi. Pero es un perro callejero más. Con sus cicatrices, y su fiel compañía. Ahí está. Felipe es incondicional, seas muy fome o muy funao, Felipe siempre tiene esa actitud de que ni el ambiente, ni la gente a su alrededor, ni el clima lo afectan en su cometido de crear compañía.

Gracias Felipe. esto es quizás el primer agradecimiento escrito que hago a alguien, y que me nace del corazón. Sin si quiera estar cerca de nuestras muertes (quizás si, quién sabe eralmente) sin valorar cuando ya esta perdido.

debo aprender de este hombre.

Un Hola cambiaría las cosas


El otro día mordieron a Tomás. Lo llevamos con mi viejo al veterinario. El olor era rancio. la doctora nos hizo pasar y lo puso sobre una mesa metálica. Tomás tiritaba. unos perros lo miraban desde unas celdas minúsculas y ladraban de vez en cuando. Tomás no cesaba de tiritar. Mi viejo se puso a jugar con una perrita que pegaba patadas desde la reja.
La doctora tomó a tomás y lo examinó. Lo trató como a un animal. que tonto decirlo pero fue así. No le preguntó nada, ni que le había pasado, ni si le dolía cuando lo apretaba, o más aún si le incomodaba el termómetro que le insertaron en el trasero mientras aún tiritaba. Nada. Es obvio que no respondería… Tomás es un perro y no habla, pero yo aún así siempre le converso. No espero respuesta sino acostumbrarlo a que se dé cuenta de que existe y es algo para mí. algo más allá de un perro. La doctora lo tomaba y palpaba como si fuese fruta.
Me molestó aquella relación tan impersonal. Pensé que los veterinarios se preocupaban de una manera más cercana con sus pacientes, a pesar de que estos no supiesen hablar.
Hoy fui al dentista, y todo ese episodio parecía olvidado, hasta que me hicieron pasar. Me senté y saludé al doctor (Roce N°1 Saludó sin mirarme, como odio que hagan eso). Miró mi ficha y con una mascarilla en la boca le hablaba con su extraño acento colombiano, a su asistenta. Mi dentista usa frenillos. ¿Qué sentirá un dentista al ir al dentista?
Acercó sus manos enguantadas a mi boca (Roce n°2 si no la abro por instinto me la abre como si fuese un basurero). Empezó a tocar. tenían una radio a nivel medio, tocando algo que mi nerviosismo no alcanzaba a escuchar… y claro.. pasaban los minutos y sólo escuchaba tecnisismos: “Amalgama en la pieza 32, mmmm, hoy mejor le haremos las dos”
Yo pensé que me conversaba a mí, pero no. Le decía a la asistente que estaba fuera de mi alcance.
Se desapareció y volvio con una jeringa en mano (Roce n°3 temo a las jeringas más que a mi vieja enojada, más que a la muerte misma). Me pusieron anestesia (supuse). llevaba ya unos quince minutos sin saber que pasaba. hasta que con la boca medio dormida traté de hablarle al dentista y decirle que la tapadura anterior me dejo sensible los dientes. Entonces por fin se saca la mascarilla y comienza algo parecido a una conversación conmigo
donde me explica las razones del porque era eso. Luego tomó el instrumento iconográfico de los dentistas. Ni sé como se llama pero prefiero no aprenderme el nombre. Se lanzó sobre mi boca y como si fuese obrero de la construcción sobre el pavimento, empezó a taladrarme. Agradecí el estar anestesiado. pero hay muchas cosas que la anestesia no logra. El olor como a hueso quemado que sale por la labor en sí. el sonido que sientes en todo el cráneo, con esas vibraciones que te hacen ver todo movido. Y respirar…. uno nunca se da cuenta de que el respirar era algo tan involuntario y agradable, hasta que el dentista te obliga a hacerlo. Entre tanta confusión de sensaciones olvido coordinarme. La tensión me hace retener la respiración y eso me deja tieso.
“abre más la boca” y yo con un dolor en la parte cervical de ya no poder abrirla más hago el esfuerzo. quiero que el dentista se de cuenta de que si bien estoy aterrado, quiero cooperar. Los rehenes deben sentirse igual. Tomás debió sentirse igual con la veterinaria.
Y ahí cai. me trataron como un animal. ¿Quién no quiere saber lo que le estan haciendo?¿No tengo derecho acaso a saber como van las cosas a medida que van sucediendo?
Quien aún no tenga una respuesta del porqué la gente teme al dentista, es fácil. Te tratan como si fueses una piedra a esculpir.
como si fueras asfalto por taladrar
perro por examinar.
No hay cariño, ni gesto de tranquilidad.
ellos están tan insertos en la inercia de su trabajo que olvidan que trabajan con personas y no con objetos.
Yo necesito que me tranquilicen con un “queda poco”
o que hagan un gesto así como”vamos bien…eso es”
Los dentistas no se comunican con nosotros. Por eso terminamos como los perros con los veterinarios.
tiritando mientras nos examinan y para nuestros adentros rogándo por no ver las maquinarias que usarán en nosotros.
Quizás todo esto suene exagerado, pero me he hecho tres tatuajes con una duración promedio de 3 horas cada uno y juro que han sido bastante mas gratos que ir al dentista.
Un hola cambiaría muchas cosas, una pregunta que distraiga, un chiste una risa, palabras de apoyo.
¿Será mucho?
Estoy seguro que Tomás esperaba lo mismo