lunes, 19 de octubre de 2009

Como de nueve años



tenía nueve me acuerdo bien de aquella vez
y muchas veces antes
y muchas otras después.
Primer síntoma, no poder enfrentar a la cara
las palabras dichas
las palabra a mi regaladas.
las manos sudan,
la voz se quiebra
en los ojos niebla
en la mende dudas
se me tira el tiempo encima
con abrigo me sofoca y me estira
haciendo de cada momento una muerte
lenta y silenciosa.
Me declaro un afectado por aquellas mujeres que de pronto vienen y se asoman
por mi pequeña ventanita hacia la vida y sonríen un momento, y aún más se atreven todavía
a pedirme que hile yo….y hago la aclaración porque yo soy aquí el problema en cuestión, me piden que hile una frase de mas de tres palabras frente a su presencia, que actúe como si nada hubiese pasado, como si fuese tan normal llegar y encontrarse con ellas. y te saludan, y no hacen nada complicado, pero uno se enreda… y que manera de enredarse. se tropieza balbucea, es como si de pronto te olvidas que sabes hablar, opinar, moverte… O sea tratar de ser sexy, galán, jote, engrupidor, o conquistarlas…. ni cagando. con suerte digo hola.

Es un gran indicador de cuando alguien realmente te mueve el piso, y un pésimo síntoma de que no tienes el control

que feliz se siente uno al percibir tal magia y que estúpido a la vez al no poder mostrar la tuya

Aquí estoy llegando a los 30 y una vez más, me siento como si aquella mujer fuese la primera.

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